lunes, 19 de septiembre de 2022

Nunca volviste a buscarme

Dicen que los sueños son recuerdos de otro plano.

Con la boca seca, el sudor añejo que hace suave a mi piel, un aliento de muerte, las sábanas afelpadas y la luz cálida del medio día que rebota en un bloc vacío encima del escritorio, sé que debería activarme, mas todo me incita a seguir durmiendo.

Pero una vez despierto, la realidad se hace presente; aunque no es mala es dura de aguantar. Me recuerda a los niños curiosos que insisten por una respuesta, y los padres hartos, deciden responderles algo, no importa qué.

Y sin darte cuenta, has quitado la maleza de un camino contiguo en su vida, con tus propias manos, o tal vez, cultivaste más.

Mirar atrás, siempre se hace nostálgico, pero soñarlo resulta mágico. Ahora mismo me encuentro en una colina sin horizonte ni rumbo.

Un sueño es lo que he querido convencerme que viví; todo lo hermoso me lo imaginé con los ojos abiertos, secos y cansados, tirada sobre la cama; salvo, que me esté volviendo loca, y ya no pueda discernir entre nubes y fantasmas. 

¡Eso es, me estoy volviendo loca! A hachazos entregué alma y cuerpo pensando que en efecto el destino me compensaría cumpliendo todas mis románticas fantasías, y entre más lo reconozco, más duele.

Me pregunto, que tanta angustia y depresión, me daría Dios al mostrarme mis otros futuros, si voy bien, ojalá morir.


sábado, 15 de enero de 2022

Te confieso

Empezó como un capricho y terminó manifestándose como un flechazo tan agudo que divide a mi cerebro en sus dos hemisferios, con una estría de sangre exactamente por mitad. ¿Qué hago con todo este sangrado?

Mientras postergo la solución a mi dilema un tornado de emociones entumece mi razón, mi realidad se nubla y mi noción del bien y el mal se abstraen; al abrir mis ojos me besabas con deseo y yo te miraba con rotunda ternura. Me he entregado. 

Quería hacerlo yo primero.

Quería decirte que me había enamorado el primer día. 

Quería decirte que me gustas más que mi ego.

Quería decirte que te esperé mientras sufrías.

Quería decirte que me dolía que no fueras mío.

Quería decirte que tenía miedo,

que por haber cedido a encuentros casuales 

te asqueara mi cursilería.

Quería decirte que cada noche después de vernos velo la noche en deseo.

Quería decirte que lloro en casa después del sexo.

Quería decirte que estoy perdida en ti y no sé si tú también.

Quería decirte que tus historias son música.

Quería decirte que tu voz es droga.

Quería decirte que asiento viendo a la derecha para evitar verte a los ojos.

Quería decirte que me ruborizas y me da vergüenza.

Quería decirte que muero en tus brazos y tus abrazos.

Quería decirte que si muero, me des un beso en la frente.

Quería decirte muchas cosas, pero me las dijiste tu primero, en un lugar donde se observa toda la tierra y todo el cielo, que parece flotar sobre las nubes y cuenta toda mi vida. Siempre se sentirá eterno.



lunes, 14 de junio de 2021

Hay insectos en mis fresas, con crema.

Los días de junio eternamente susurran las letras de su nombre; entre el petricor, mi visión cansada y el frío que entume al cuerpo, aún se escucha aquel fonema pronunciándose cíclicamente, guiado por la brisa, las aves y el zumbido de las cigarras; debe ser un complot para que yo recaiga.

Que yo recaiga en la insólita escena de sentir repelús y placer cuando las patitas húmedas de aquel insecto en la lluvia, sobre los hombros titilan al son de mi corazón agitado. Aferrarme a sus bellos y los bellos propios que viscosos se sienten al mezclarse con este sudor, de angustia o placer.

¿Por qué es tan complicado matar a los escarabajos que picotean atrás en el sendero de los yerbajos?

¿Por qué por más que mi terquedad los destripe, resucitan sin dilación?

Si todavía siento sus pequeñas extremidades gatear por detrás de la espalda, deberá ser porque mi sangre es demasiado fragante, y la materia que da hogar a ese deseo, aún no termina por descomponerse. Pero las yemas de mis dedos disfrutan de enrojecer aplastando insectos. Es un vicio que me ata. Puedo estimular con ellos sobre el pasado, y simular en el presente. Soy quien opera las formas de mi autosabotaje, un eterno salpullido.

Así, me recargo en el sofá a acariciar fresas frescas bañadas en crema, imitando esa manía que tenías con los dedos de cazar y devorar, de los artrópodos singular. 

Unas manos agarrotadas, con las falanges aparentemente fracturadas, capaces de deshebrar cualquier carne. Carne que quedaba atorada en esas uñas cortas y bien afiladas, carne que te esmerabas en sacar excavando con la ayuda de los caninos. 

Mientras, la tarde pasaba lenta sobre aquella cama de princesa, la noche y su cielo infinitos, cuando el picor y lo fresco del cemento a gotelé en nuestras pieles hacían hoyitos. Música, voces, pero aquellos dedos ansiosos no dejaban de moverse y causarme intriga, asco. 

Eras igual a una mosca, qué asco.

Incluso cuando tomabas mi mano y me sentía protegida, o me dabas uno de esos desnudos abrazos que a mi pecho acaloraban, asco.

Cuando vi el contorno de tus costillas o cuando nos dijimos te amo, asco.

Si con tus manos estrujabas y embarrabas la comida, hacías con mi estómago y sus ácidos mímica de aquellos movimientos. No es lo que quiero, y con el veneno siempre lograbas ponerme a tu merced.

Por eso la hormiga que caiga en este dulce revoltijo, dejaré ir inmediatamente, para que su cuerpo atrapado en viscosidad, luego vuelva a rozarse agresivamente con mi lengua y a tronar entre mis dientes.



sábado, 15 de diciembre de 2018

La penúltima de nuestras cenas

Dejaste sobre mí, un puñetazo

hiriente mas con tu boca inocente

quiero ser sorda o estar inconsciente.


Anda, pregúntame cómo me siento,

si como, me atraganto en tu maldición

cómo al probarte las sales, miento

cómo añoro tu dulce traición.


Mas no acaricie, no consienta,

que cure a mi moretón bello

resultante de mi gula opulenta.


Rodearlo 30 veces es mi pasatiempo

es la herida que duele y canta

como un ritual de infausto estruendo.


Después de 30 segundos refresca para el siguiente tentempié.


Nunca volviste a buscarme

Dicen que los sueños son recuerdos de otro plano. Con la boca seca, el sudor añejo que hace suave a mi piel, un aliento de muerte, las sában...